"La venda", publicada en Revista literaria digital Crisopeya (Colombia). Mayo 2022)

 La venda


—Fue un accidente. ¡Tienen que creerme, no quise hacerle daño! ¡Mamá, tú sabes que es así!

Pero no fue así, no fue un accidente. La policía podía tener sus dudas, pero ella no, lamentablemente no.

Ella sabía cuando mentía. Desde que era un niño, cada vez que engañaba le temblaba la punta de la nariz como si fuera un conejito.

Debió verlo, pero no quiso. Los padres no suelen querer darse cuenta de los fallos de sus hijos. Siempre traía a casa chicas muy calladas. Al principio le miraban con admiración, pero al poco tiempo apenas hablaban o levantaban la vista del suelo... Hasta que apareció Rebeca. Ella era distinta, tan diferente de todas las anteriores... Siempre risueña, alegre, llena de mil anécdotas para contar y proyectos por realizar. A todos les cayó muy bien y a Hugo se le veía relajado, agusto en su compañía, la miraba con embeleso y le hablaba con una inusual dulzura que solo había demostrado en su infancia.

Pero hacía un par de meses algo cambió. Rebeca empezó a estar más callada. Cuando le preguntó, dijo que estaba muy estresada en el trabajo y no dormía bien, que era un proyecto temporal, que volvería a ser la de siempre en unas semanas. Y le creyó, quiso creerle, su inconsciente no quiso averiguar más, prefirió creerse sus excusas. Debió de prestar más atención, debió de indagar sobre aquel sentimiento incómodo que crecía en su interior y al que no quiso darle nombre. Mientras la veía perder peso casi por días, observaba los surcos de sus ojeras cada vez mayores y echaba de menos su chispeante conversación. Hasta que también Rebeca empezó a mirar al suelo, como las otras. También empezó a no levantar la vista para hablar, desde hacía apenas unos días ¿Cómo no lo había notado entonces?


Al llegar a casa, intentó distraerse para no seguirle dando vueltas a todas aquellas ideas que se le agolpaban en la cabeza. Intentó ver una película pero no se concentraba, se duchó pero el agua no la dejó más relajada, el vino no atontó sus sentidos y aunque estaba exhausta tampoco logró conciliar el sueño. Al final optó por abrir el ordenador para buscar videos en YouTube, pero su correo electrónico empezó a parpadear y lo abrió sin pensar. Entonces apareció ante sus ojos la respuesta que andaba buscando, la que no quiso ver, la que no quería imaginar, la realidad dormida.

En el mensaje Rebeca había escrito: 

"Lamento recurrir a ti y causarte este dolor. Por favor, ayúdame".

La madre vomitó y vomitó hasta quedarse completamente vacía y fatigada. Después, aprovechando ese momento de nada interior, antes de que volvieran a aparecer el amor, las dudas, la tristeza o el instinto protector, obligó a su cuerpo a moverse. Guardó el portátil en el bolso con aquel vídeo descargado y se dirigió a la comisaría más cercana. 



   

Comentarios

  1. Excelente reflexión sobre el maltrato. Muchas veces no se quiere ver, pero por suerte, en ocasiones los de alrededor abren los ojos.

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  2. Gracias hermosa. Me alegro de que te gustara y de "oírte" por aquí. Muacs

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