Ordenemos nuestras penas

                        Penas
Cogeré mis penas y las doblaré cuidadosamente, punta con punta, haciendo un rectángulo, como cuando doblas sábanas o almohadones. Después las colocaré en montoncitos de diferentes colores. Sí, porque las penas tienen color.
Las hay ligeras, son penas momentáneas que nos asaltan esos días que estás más cansado, que has dormido mal o que todo se complicó tontamente a fuerza de amontonar unos cuantos inconvenientes. Su color es el amarillo desvaído, el rosa palo, el azul deslucido, el lila. Son una presencia pasajera. Es la nostalgia de no tener a la familia cerca, de ver que el verano se acaba y pronto llegará el frío o esa cana que hace una semana no tenías y ha venido a hacer compañía a las demás. Son penas que no dejan huella, vienen en un instante y después se marchan sin más.
Luego vienen las penas serias. Esas tienen colores brillantes e intensos, que hace que sea imposible no tenerlas presentes. Son azul cobalto, rojo sangre, amarilo limón, verde musgo o violeta. Son las penas de la vida cotidiana: las penas financieras, los dolores físicos o las enfermedades.
Y finalmente tenemos las penas graves. Estas son las peores. Su color es el negro. Son las penas del alma y del corazón. La pena por los que ya no están vivos, la pena por el hijo que se marcha a vivir su propia vida, la pena por hacernos viejos, la pena porque nuestra vida no fue como imaginábamos, la pena por todo aquello que no hicimos o no dijimos. Son las que más nos cuesta superar. Tienen forma de mujer vieja cubierta de harapos, torpe y desdentada, que se cuelga de nuestros hombros y nos obliga a cargar con ella. Nos ahoga, nos agota y nos va quitando la vida lentamente.
La única forma de sobrevivir es abandonándola ¡Tirándola en la carretera! No debe de importarnos su ancianidad ni su pobreza, si no, nuestra compasión por ella, nos matará.

Comentarios

  1. Para ordenar seria perfecto. Una manera de ordenar nuestra mente puesta blanco sobre negro de manera bien somera

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Sí que es un poco Cortázar. Como las instrucciones para subir una escalera... Qué gran autor

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